jueves, 11 de septiembre de 2008

El segundo informe

El sistema político mexicano ha sufrido cambios en su composición. El elemento que antes era el eje indiscutible por el cual el mecanismo del poder público funcionaba ha cambiado. El presidente de la república sigue siendo fundamental para el sistema pero tiene problemas para encontrar una nueva identidad que le dé no sólo sentido sino un mejor funcionamiento al régimen político. Para decirlo en una frase: se quiere ser democrático con las mismas prácticas autoritarias del pasado. El propósito de toda transición pacifica hacia la democracia es sacudirse esas prácticas sin tensar la gobernabilidad. En este sentido las habilidades de nuestra clase política son puestas a prueba constantemente sin tener los mejores resultados.

El fondo del asunto es que quienes dirigen las instituciones políticas mexicanas tienen verdaderos problemas para llevar, mediante prácticas democráticas, a una gobernabilidad aceptable.
La ausencia del presidente Felipe de Jesús ante el Congreso para rendir su informe responde a las modificaciones hechas a los artículos 69 y 93 de la Constitución Política. Estas modificaciones hacen ya improcedente que el titular del poder ejecutivo rinda su informe de manera verbal y dar un mensaje político en el Congreso de la Unión. En lugar de ello el presidente sólo debe de entregar por escrito el informe y sus funcionarios estarán obligados a presentarse ante los legisladores para resolver dudas. Un detalle importante en esto último es que estarán los funcionarios jurados a decir verdad, y aunque no está aún reglamentado, tendrán sanciones si mienten. Las modificaciones en todo caso llevan el ritual del informe de un terreno mitificador del poder presidencial a uno más terrenal, de una verdadera rendición de cuentas.

Algo que también hay que señalar es que el presidente Calderón desde el primer informe había exhortado a los legisladores a diseñar un esquema donde se pudiera entablar un diálogo abierto, un debate, entre poderes. Esta propuesta de informe ya había sido expuesta por los partidos de oposición en otros contextos, pero ahora no se ha avanzado en este sentido. Pesa todavía el problema de legitimidad del presidente y el Congreso ha sido por diferentes motivos vedado a Felipe Calderón.

En todo caso se avanza en el sentido de dejar en definitiva un espectáculo mediático inútil, que sólo servía en términos del folclor que provee la trivialización de la política. Se gana por el avance en la rendición de cuentas (aunque hay que insistir que no está del todo reglamentado) y se pierde porque no se logra mejorar la comunicación entre poderes.

En este contexto habría que preguntarnos la funcionalidad del modelo que adoptó el presidente para informar sobre su segundo año de gestión. El texto está a disposición para el público en general en la página de Internet de la presidencia, en versiones ejecutivas (resumen) y completa. Cabe decir que ambas versiones no sirven de mucho, pues continúan con el problema de seguir con un discurso amplio y difuso, que cae más del lado de lo que quiere ver el funcionario y no lo que está pasando en la realidad. Se cae en el abuso de cuantificar pensando que con ello se le da objetividad y transparencia a las actividades, y lo que realmente falta es una medición que sí cuantifique pero que a la vez haga diagnóstico de lo efectivo de las acciones. Por ejemplo, en el apartado sobre fortalecimiento democrático se habla de cientos de reuniones para evitar conflictos, pero nunca se habla de su efectividad.

Es verdad que con unos cuantos párrafos y hojas no se puede ser del todo justo para evaluar y conocer la actividad que realizan cientos de funcionarios, lo que sorprende en todo caso es que no puedan armar un informe que realmente haga conciencia en el lector o escucha de la situación por la que pasa el país. Creo que ya nadie espera y puede creer que el país va por buen camino. En lo personal esperaría de las autoridades más que un informe, una diagnóstico frío para poder actuar en consecuencia. A final de cuentas el presidente de la república es un líder que debe de guiar al país, y ante nubarrones que todos vemos no podemos creer que en un informe se nos diga que hay un día despejado. Y ya ni hablar de los mensajes mediáticos en los cuales se intenta informar de los logros del presidente. El provecho político de estos espacios es evidente.

Lo que sigue son las comparecencias de los diferentes secretarios de Estado, a ellos no se les retiro esta oportunidad de informar y defender su trabajo frente a los legisladores. Esperemos que se aproveche la oportunidad para que se diga algo más que las buenas intenciones de los funcionarios y se honre la verdad.


Publicado en diario Aguas.

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