sábado, 12 de abril de 2008

¿Reforma energética?


Después de haber agitado de manera innecesaria las aguas opositoras, el presidente de la república se animó (creo que ésa es la palabra correcta) a presentar su propuesta de reforma energética. El PRD y el PRI atacaron con vehemencia los indicios de la reforma: el fantasma de la privatización; el diagnóstico tendencioso; y la tardanza en presentar una
 propuesta por parte del Ejecutivo. Finalmente, en este juego de ajedrez, el presidente ha movido su pieza. Los demás jugadores están analizando el movimiento para colocar las suyas.

El recurso de la cadena nacional mediática que utilizó el presidente permitió que interesados y despistados se enteraran de la existencia de la reforma. Mas no de pormenores de la misma. En mi opinión, el discurso que utilizó el presidente Calderón la noche del martes está más bien en el campo demagógico que en el republicano. Por ejemplo, fue evidente la falta de apoyo que tiene de las oposiciones al empezar el mensaje, citando al ex presidente Lázaro Cárdenas; una figura controversial en el campo panista, pero altamente significativo para la oposición de centro-izquierda. Luego estuvo aludiendo a problemas sociales que, según el discurso, sólo podrán ser resueltos si se aprueba la reforma energética: combate a la pobreza, la construcción de universidades, acceso a bachilleratos; en una frase: «que la riqueza petrolera genere más bienestar para todos».

En la propuesta no se toca ningún artículo constitucional, lo que la reforma cambiaría serán leyes secundarias. Y por medio de éstas se permitirá que privados se hagan cargo de tareas estratégicas para la explotación del petróleo mexicano, como son el almacenamiento y distribución de gas; Pemex podrá contratar con terceros los servicios de refinación de crudo, sin que ello implique que se transmite la propiedad del hidrocarburo (como en algún momento se manejó); los terceros (los particulares) podrán construir, operar y ser propietarios de ductos, instalaciones y equipos en los términos de las disposiciones reglamentarias. 

Es evidente que cuando se habla de terceros, de particulares, se está manejando un doble discurso, pues teóricamente los mexicanos pueden participar en las tareas señaladas arriba, pero la realidad es otra. Es difícil o más bien imposible que algún mexicano pueda participar en estas actividades, por la sencilla razón de que Pemex ha sido hasta ahora un monopolio y, en consecuencia, ninguna empresa mexicana desarrolló tecnología para hacer tareas tan fundamentales como la refinación. En otras palabras, la reforma es un traje hecho a la medida para que las licitaciones las ganen extranjeros. Un intento de contrapeso, y que para algunos resulta una ocurrencia del presidente, es que se pondrán a disposición de los mexicanos bonos con un supuesto costo de 100 pesos.

El fondo de todo el asunto es que se ha hecho creer que hay un momento de crisis energético que sólo se resolverá si el capital privado entra a «salvar a Pemex» y que con la tecnología que sólo los privados (extranjeros) poseen se puede hacer la exploración y explotación del petróleo en aguas profundas. No es así; es verdad que hay una crisis, pero no por causa del carácter público de Pemex, sino porque desde los años ochenta se dejó de invertir en investigación, actividad que hubiera permitido desarrollar la tecnología suficiente para los requerimientos de hoy. Es mentira también que Pemex no genere ganancias; sí las genera, sólo que han existido abusos del la administración pública priísta y panista.

Se podría hacer una verdadera revolución energética si se permitiera reinvertir a Pemex en sí misma, quitándole todo el peso impositivo que tiene (algo que no logró la reforma hacendaria). Por tanto, se pueden hacer cosas realmente importantes si se trabaja en aguas someras y aún en tierra, no hay una verdadera urgencia de ir aguas profundas, es un argumento con el que el Ejecutivo intenta presionar.

En general se puede ver que hay una posición que favorece a los privados, más que un verdadero fortalecimiento de Pemex. En consecuencia, no hay una reforma de fondo. El nombre de reforma energética, no corresponder al contenido de los documentos, es una reforma en todo caso al régimen de Pemex, pero no más; se dejó de lado la posibilidad de explorar otros esquemas por medio de los cuales el país puede generar y administrar energía. Para el gobierno, y buena parte de la oposición, la energía que necesita el país sólo puede venir del petróleo; no hay altura de miras como dice el presidente, sino miopía masiva.

La exigencia ante tal escenario será que presenten su propia propuesta las fuerzas políticas representadas en el Poder Legislativo. El presidente y la oposición han pedido un debate nacional; ojalá que lo tengamos. Pero que sea de manera abierta y sin desplantes demagógicos.
Por lo pronto los gobernadores panistas se desvelaron, leyeron la noche del martes la propuesta y les convenció rápido, tanto así que ayer temprano manifestaron su apoyo a la propuesta. La duda es si estamos frente a un convencimiento real o una férrea disciplina partidista. Y a todo esto, ¿qué papel estará jugando Juan Camilo Mouriño? De manera discreta (a la mejor ya aprendió) está haciendo este trabajo fino de convencimiento.

Finalmente, y antes de la presentación de la reforma petrolera, el presidente había sorprendido con un anuncio que se salía de la línea que había manejado desde el principio de su gestión: la prioridad de su gobierno será ahora lo social. ¿Y la seguridad? Al parecer se cansó de cosechar fracasos, porque es totalmente inadmisible que se haya cumplido con metas mínimas en este problema tan grave. En el caso particular de Aguascalientes, los fenómenos que denotan la presencia de grupos delictivos como son los secuestros y asesinatos han ido a la alza desde que el gobierno federal le declaró la guerra a la inseguridad, y para colmo de los ciudadanos de Aguascalientes sus autoridades están más preocupadas por las minucias de la feria de ferias que los asuntos importantes. 

¿Tendrá que ver el énfasis en la política social con el hecho de que está en puerta el proceso electoral de renovación de la Cámara Baja? Pues como se dice coloquialmente: piensa mal y acertarás. 

Para efectos de lo inmediato, lo que creo que sí pasará es que estamos frente un nuevo desencuentro de las fuerzas políticas, todos querrán sacar provecho del tema Pemex, lo que irremediablemente nos llevará nuevamente a una reforma que solucione el problema de manera paliativa o lo empeore, no sería la primera vez.

Publicado en diario Aguas (10/04/08)

1 comentario:

Beatle Raúl dijo...

Todavía Felipe Calderón tuvo el cinismo de decir "no es la reforma que yo quería pero..."

Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de... Calderón y Mouriño

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