sábado, 3 de enero de 2009

La felicidad del 2009



En estos días es interesante ver como todos, me incluyo, nos esmeramos en decirle a todo al que se nos atraviesa la frase hecha y ya irreflexiva, repetitiva y hueca: feliz año. Los diversos medios de comunicación se enredan en la rutina y sin más sueltan la mencionada frase. Es como si a fuerza de convocar la felicidad una y otra vez esta pudiera hacerse presente. Pero es sólo un juego. Los problemas del 2008 siguen y seguirán: el estrenar calendario en casa no exorciza los problemas.

Recuerdo que el 2008 fue también recibido con mucho entusiasmo y ha resultado para muchos especialistas, y quienes se dejan llevar por sus comentarios, como un pésimo año. Efectivamente, nadie puede afirmar que económicamente haya sido un buen año o que en nuestro país la seguridad haya mejorado, todo lo contrario. Lo que sigue sorprendiendo es la capacidad de la gente de tolerar tan malos resultados y logros de los gobiernos en todos sus niveles y órdenes. Como ejemplo está el último ataque a policías estatales, ¿A qué se debe la inacción de la sociedad? ¿Se ha acostumbrado a este tipo de hechos? ¿Hay una confianza y tolerancia sin límites al gobierno? ¿O simplemente se trata de desinterés? 

Regresando al tema particular del inicio de año, nuevamente la empresa encuestadora Consutla Mitofsky ofrece una serie de ejercicios de medición de opinión pública que permiten poner algo de bases para hacer algunas reflexiones sobre lo que pasó en el 2008 y lo que puede venir en el 2009.

Según la encuesta levantada a inicios del mes de diciembre, el 48.6% de los mexicanos entrevistados cree que en el 2008 le fue peor que en el 2007. El porcentaje más alto desde que se empezó hacer esta medición en el 2001. La mitad de los entrevistados culpó al gobierno federal de que le haya ido mal. Sólo una cuarta parte aceptó que era de “uno mismo” la culpa.

En cuanto al tema económico, una gran mayoría, el 85.4% afirma que la situación es peor. El 74.3% aprecia que la situación política también está mal. Un porcentaje similar, el 76.9%, ve el tema de la seguridad en la misma situación. Estos datos brevemente expuestos dan cuenta de la precaria estabilidad social. No es cuestión de ser alarmistas, sino de señalar que la situación es un tanto límite.

En este sentido las expectativas para el 2009 no son altas. Ante la pregunta de ¿Cree que la va ir mejor o peor que este año? El 63.3% contestó mejor (en el 2007 el resultado fue 72.6%); mientras que el 22.4% contestó que peor (en el 2007, 12.5%).

Igual de interesante es que si bien hace un año la gente esperaba mejorar su estado de salud (15.3%) antes que otra aspecto. Ahora, el primer lugar lo tiene el conseguir trabajo (22.8%).

Al medir siete características personales (honestidad, felicidad, salud, seguridad, religiosidad, confianza y hábitos deportivos) las variaciones con respecto al 2007 resultan negativas, la mayor baja es en el nivel de seguridad con la que se siente la gente. En el 2007 era 8.1 (en una escala de autocalificación del 0 al 10), en en el 2008 es de 7.6.

Me detengo en otra variable, la felicidad, pues hablé de ella al principio. En el 2001 y 2002, los registros más antiguos que proporciona la empresa encuestadora, los mexicanos afirmaron que se consideraban con un 8.8 de felicidad. Es una medición, como las anteriores, muy subjetiva. ¿Qué está tomando en cuenta la gente para decir si es feliz o no? ¿Qué entiende por felicidad? En fin, cada quien contesta de acuerdo a sus propias circunstancias. La cuestión es que manejamos promedios y se juega con ellos. En el 2008  el promedio de felicidad reportado es de 8.3%, hace un año el promedio era de 8.6.

Con relación al ámbito político cabe entonces la preguntar: ¿El gobierno debería de ocuparse de la felicidad de la gente? Hay opiniones encontradas. Hay gobiernos que quieren proveer “felicidad” con pistas de hielo, albercas y playas artificiales, espectáculos deportivos y demás malabares. Yo me quedo con la idea de que la felicidad es una cuestión subjetiva. Y que efectivamente, como lo demuestran otros estudios, las personas con una mayor información perciben los fenómenos a su alrededor desde otra perspectiva. Como se dice, un pesimista es un optimista informado. Entonces cabría otra pregunta, ¿los pesimistas son infelices? Insisto, es cuestión personal.

Por otro lado, el gobierno sí debe de procurar la felicidad de los ciudadanos, pero no bajo el esquema populista heredado del viejo sistema político. Sino proveyendo las bases económicas, sociales y de estabilidad política para que los ciudadanos tengan mayores oportunidades de desarrollarse, de vivir como se desea y no como una imposición de las circunstancias. Si la gente piensa que no es feliz, al menos que no sea por sentirse insegura, no tener trabajo o padecer malos gobiernos.


Publicado en Aguas, 3 de enero de 2009

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